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Ainhoa IZAGIRRE TXOPERENA
En menor medida, pero aún a día de hoy nuestra sociedad sigue haciendo uso de diversas maneras socializadoras teniendo en cuenta el sexo de la persona. Esto se refleja ya desde que somos pequeños mediante la asignación de un determinado color en nuestra indumentaria (rosa si somos chicas o azul en el caso de los chicos) o mediante la motivación a la realización de determinadas actividades (en el caso de las chicas acciones que se caractericen por ser delicadas, mientras que a los chicos se les orienta a lo contrario).
Estos modelos de organización social y de asignación de valores, capacidades, funciones, responsabilidades y tareas dan lugar a una sociedad no igualitaria, creándose así, una estructura de sociedad que favorece las desigualdades y que da pie a las relaciones de poder.
El hecho de que vivamos en una sociedad marcada por el patriarcado hace que hombres y mujeres, por el mero hecho de que hayan nacido en un cuerpo u otro, se vean asignados con características diferenciadas. Esto repercute negativamente en la persona ya que termina interiorizando valores colectivos que condicionan la interpretación de lo que tiene lugar a su alrededor, es decir, imposibilitan el crecimiento de la identidad personal además de que favorecen la reproducción de los mismos esquemas en las diferentes áreas de la vida.
El hecho de que vivamos en una sociedad marcada por el patriarcado hace que hombres y mujeres, por el mero hecho de que hayan nacido en un cuerpo u otro, se vean asignados con características diferenciadas.
Fotografía: CC BY - John_Wilkinson
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el concepto de coeducación de la siguiente manera “educación que se da juntamente a jóvenes de ambos sexos”1.
Marina Subirats2 explica dicho término como aquella “educación conjunta de dos o más grupos de población netamente distinto”.
Puede decirse entonces que el término que viene analizándose es entendido como una técnica de intervención educativa que tiene como principio general el reconocimiento tanto de las potencialidades como de las individualidades de los niños y niñas independientemente de su sexo. En otras palabras, podría decirse que se basa en la educación desde una perspectiva de igualdad de valores de las personas.
Teniendo en cuenta, por tanto, el análisis terminológico llevado a cabo con anterioridad, cabe destacar que el objetivo principal que pretende conseguirse mediante la aplicación de la coeducación en palabras de Maria José Urruzola3 consiste en “tratar de salvar la diferente riqueza que hombres y mujeres hemos ido aportando en nuestro proceso de humanización para convertirla en una exigencia ética planteable a cada persona... supone no aceptar la construcción de género... y acercarse a cada persona, en su individualidad y singularidad, para que desde su libertad vaya eligiendo quién quiere ser y cuál va a ser su colaboración a la justicia y libertad colectivas”.
Es necesario recalcar que a pesar de que la coeducación asuma y acepte las diferencias biológicas existentes entre hombres y mujeres, hace frente y rompe con la obligatoriedad de cumplimiento de los estereotipos masculinos y femeninos que aún a día de hoy siguen existiendo en nuestra sociedad actual. Al intentar acabar con dichos estereotipos, puede decirse que al mismo tiempo, la coeducación también busca la ruptura jerárquica existente entre el colectivo de los hombres sobre el de las mujeres.
Así, Nélida Zaitegi de Miguel4, maestra y pedagoga, responsable en la CAPV de los programas de educación para la convivencia y para la paz y educación en conocimientos y habilidades para la vida; muestra que los principios y valores de la coeducación hacen referencia a justicia, solidaridad y libertad.
Justicia: buscando la equidad entre ambos sexos a través de la igualdad de trato, capacidad, valía y oportunidades.
Solidaridad: versus competitividad. En este aspecto, cobra especial relevancia la corresponsabilidad, compartiendo espacios públicos y privados y mediante la creación de redes, consenso entre personas...
Libertad: basándose en la oportunidad de construirse como sujeto autónomo al margen de las presiones culturales de género.
Una educación basada en la igualdad puede ser una solución a la violencia de género.
Fotografía: CC BY - Poncho Equihua
La violencia de género continúa siendo una de las problemáticas de mayor relevancia en nuestra sociedad actual. Bien es cierto que dicha problemática ha venido existiendo desde la historia del ser humano, sin embargo, no ha sido hasta ahora cuando a adquirido mayor importancia llegando incluso a generar una alarma social notoria.
Numerosas han sido las acciones llevadas a cabo con el propósito de erradicar dicho problema. Creación de una legislación que ampara la igualdad entre hombres y mujeres, posibles tratamientos para los hombres maltratadores... no obstante, el problema sigue floreciendo y el número de víctimas sigue en aumento. Nos ubicamos así en una situación de incertidumbre e inseguridad al no saber cómo poner fin a esta violencia creando esa alarma social que en líneas anteriores comentaba.
Nos planteamos entonces si las medidas propuestas son las correctas o si se plantean en el momento adecuado. Éstas se ponen en marcha una vez que el maltrato ya ha tenido lugar en vez de elaborarlas con carácter preventivo antes de que se produzca la situación.
Dentro de estas medidas preventivas juega un papel muy importante la educación pues hace referencia a uno de los medios socializadores de mayor relevancia. Una educación basada en la igualdad de género y de oportunidades no influenciada por los roles y estereotipos que caracterizan nuestra sociedad puede ser una solución a la violencia de género al hacer un trabajo preventivo desde la base de cada uno de nosotros, la educación, y con las personas que en un futuro serán los nuevos ciudadanos.
Bien es cierto que para que la tarea de prevención en la escuela sea efectiva sería necesario que la educación que se reciba en casa fuera equitativa a la proporcionada en esta primera institución ya que se llegaría a crear cierta confusión en el menor a la hora de ser educado mediante principios diferentes.
Como se ha comentado anteriormente, nuestra sociedad actual se caracteriza por diferentes roles, patrones y estereotipos que a lo largo de la historia se han venido forjando. Dichos aspectos han ido adquiriendo tal relevancia dentro de la ciudadanía que los hemos convertido en aspectos esenciales de la población como si de la cultura formaran parte. La persistencia de estos conceptos imposibilita el avance de la sociedad, y por lo tanto, el avance de las personas pues el progreso de la persona no puede darse si la sociedad no avanza con ella y viceversa.
El tema educacional pues, es un ámbito que nos concierne a todos por lo que todos podemos ofrecernos como voluntarios en esta tarea de educar bajo las directrices de la igualdad con el objetivo de conseguirla.
1 Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. 2009. www.rae.es
2 SUBIRATS MARTORI, MARINA.(1994). “Conquistar la igualdad: La coeducación hoy”. Revista Iberoamericana de Educación, 6.
3 URRUZOLA, MARIA JOSÉ. (1995). “Introducción a la filosofía co educadora”. Editorial Maite Canal. España.
4 ZAITEGI DE MIGUEL, NÉLIDA. “La Coeducación como transversal: una realidad dentro del aula”.
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